Una semana antes del vuelo había muchas cosas por hacer, recoger documentos era de las más importantes. No obstante, la situación del covid también nos hacía mantenernos atentos a lo que dijera el gobierno francés para la llegada de personas extranjeras. Cuando finalmente llegó el día la felicidad era muy notoria, miraba impaciente mi pasaporte esperando pronto tener el sello de bienvenida al país con el que soñé desde mi infancia.
Francia es muy diferente a la Lima que conocía, el tramo en el tren me hizo cambiar la idea sobre un país sumamente industrializado (supongo que es algo que pensamos muchos antes de ver con nuestros propios ojos que existen lugares muy verdes). El primer efecto en mi llegada fue el jetlag, mi recomendación es dormir todo lo que se pueda en el avión para evitar los dolores de cabeza.
Con el paso de los días mi reloj biológico se fue acomodando, pero las siestas de la tarde han aparecido inesperadamente en mi horario. En Perú conocemos ese fenómeno como ‘el mal del puerco’ una frase algo graciosa.
La primera semana fue reposar y cumplir con la cuarentena que el gobierno propone para los extranjeros de países naranja (como lo es Peru hasta este momento), luego tuve el agrado de conocer a mi equipo de trabajo con Cool’eurs du Monde, quienes me recibieron con sonrisas y fueron comprensibles con mi notable confusión con el idioma.
Visita a la playa:
Durante toda la ruta me mantuve atenta a la extensa variedad de tamaños y tipos de árboles que existen, es increíble como el pasar del tiempo los mantiene firmes y le dan al ambiente un contraste muy lindo con el cielo azul.
El viento moviendo mi cabello, las olas rompiendo en la orilla, la arena a temperatura ideal y el sol brillante eran la descripción perfecta de mi caminata por la playa. La variedad de piedras era muy curiosa, como si cada una de estas hubiera sido diseñada de manera peculiar.
La tarde admirando el atardecer junto con música fue una increíble experiencia, tal y como muchos lo vemos en las películas esta vez yo lo había experimentado en carne propia.
La feria:
¿Sabías que puedes encontrar grandes ofertas? Sí, es increíble, junto con Kristel nos fuimos a ver un poco de ropa, debo admitir que no por nada Francia es conocida como un importante pilar en la moda.
Mi cuarentena había terminado, los lugares de comida estaban llenos y era imposible no antojarse de unas papas fritas o de un buen jugo de frutas en aquellos puestos.
La experiencia visitando la costa de Bordeaux fue excelente, me sirvió para inspirarme al escribir este artículo, mi primer artículo.
Así que ya saben, si quieren ser los próximos escritores o relajarse un fin de semana en familia o con amigos, ¡No esperen mucho para pasarlo en las playas de Bordeaux!
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